Alarma 6am, primer café y a la ducha…

Repasar la estrategia de alimentación, definir la ropa según las condiciones climáticas y a lo que vinimos….
No me considero para nada un trailero, pero si me gusta hacer lo mejor posible cada cosa que hago…
Calculé mi alimentación e hidratación a 70gr/h de carbohidratos y la potencia de carrera determinada según lo que venía arrojando en las últimas carreras.

Clima adverso y mucha lluvia retrasó algunos minutos la largada, lo que sirvió para conversar un rato con amigos y relajarse un poco.

De los errores se aprende y como nunca había corrido tanta distancia en trail decidí aplicar un factor de corrección al cálculo de la potencia, considerando las condiciones climáticas y evitar lo que me ocurrió en Boston… por lo que iría con un cambio menos los primeros 15km…
Largamos y partí bastante conservador, respetando mi plan de carrera tanto en ritmos como en alimentación…
Iba 100% enfocado en la competición, en el primer pass veo a Ivan (Ferreira) y sorprendido me dice, “vas a 5min de la punta”… seguí metido en mi carrera, concentrado a concho en mi estrategia de alimentación, y revisando mi frecuencia cardiaca que vaya dentro de los parámetros…
Pasaron los kms y mi enfoque no se modificaba, iba metidisimo en la competición… tratando de mantener siempre ese top10, y sin dejar pasar ningún detalle.

Km 16, iba muy bien de sensaciones, y vuelvo a ver a Iván en el siguiente pass, “tremendo Marcelito, quieres agua, coca cola, necesitas algo?”
Vi su cara, su alegria de verme ahí, sentí ese cariño y fue un cambio de Switch… recordé por que nunca quise competir en trail… para mi la montaña es libertad… estar inmerso entre árboles, pájaros y roedores, me hace sentir esa esencia… mi esencia… el enfoque cambió… me conecte plenamente y comencé a disfrutar el aquí y el ahora…
Estaba donde amo estar, corriendo y sintiendo cada zancada… recordando…
Es ahí donde reconozco lo que soy… corriendo dejo esa culpa de ser ese lobo estepario que he sido toda mi vida… me siento libre… logro despojarme de las heridas del pasado, mirar al frente y sentir esa hambre de alcanzar lo inalcanzable… de soñar… ir dejando atrás la paraplejía… respirar y seguir… miro mis piernas embarradas, la respiración agitada y dejo atrás esas noches en la clínica viendo cómo mi amigo de toda la vida se moría sin poder hacer absolutamente nada… y seguir… el barro corriendo por tu cuerpo por la última caída y al igual que siempre sin pensarlo, te paraste lo más rápido posible y seguiste… el frío arremete entre tus dedos, pero ahí estás… en tu entorno… y corres… miras para todos lados y no hay nadie… te sientes libre… seguro… esa soledad te llena… y dejas esa culpa de ser siempre ese tipo solitario… recuerdas esas noches durmiendo en tu nueva casa, viento y lluvia cayendo entre árboles milenarios, y a tus pies tu perro fiel, que con su mirada de “estamos juntos” te hacía sentir que no estabas loco…
Y ahí estaba en el km 19 donde comenzabas a bajar, viento en la cara y al igual que en la vida… tenemos segundos aires… nacen nuevas amistades, aprendes a amar una silla de ruedas, porque estamos vivos… corro, siento, respiro… repaso y agradezco… mi nueva casa, el bosque a mis pies y cada detalle que nuevas personas han ido dejando… hemos ido plantando… y así se pasan los kms, disfrutando, cayéndome y levantándome…calambres, golpes, risas, aliento… kms finales, la competencia pasó a segundo plano… sale el sol… respiro… los calambres me carcomen y de pronto tumbado en el piso, km28, el golpe en la cabeza me hace sentir que me iba a desmayar… miro al cielo y veo el reflejo esos ojos de papel… me levanto y corro… nada más corro… porque correr es sentir… sentir con el alma…

Autor:

Marcelo Caro
Amante de los árboles, la ingeniería y el triatlón