Triatlón olímpico de Antofagasta

Mi segundo Olímpico, si, el segundo, porque no había querido competir esa distancia, “no me acomoda”, “mucha natación en comparación con lo que considero mi fuerte que es el ciclismo”. Ni yo puedo creer que después de todos estos años aun mantenga esa resistencia al agua. Finalmente dije, puras excusas y justificaciones.

Los planes eran competir un half el fin de semana anterior, que por razones logísticas fue imposible, por lo que, teniendo la posibilidad de ir a ver a la familia en Antofagasta, decidí inscribirme en una carrera que apareció en mis redes sociales. Escribí desde el IG y de TRD me mandaron el link para la inscripción, hasta ese momento no tenía mayores expectativas de ir y dar lo mejor de mí, ya que había ofrecido al universo una carrera en esta fecha por mis dos amigas.

En el transcurso del mes previo a la carrera, comencé a conversar con las personas detrás de la organización, creo que eso fue lo mejor del evento, una energía poderosa desde una zona cálida, al igual que este grupo de triatletas (TRD Antofagasta).

Decidí no mover ni a Mandela ni a María Flow, mis bicicletas desde Temuco, así que se competiría con la María 2.0, mi fiel rutera de aluminio, ruedas  Shimano R5, Ultegra 2010, sin casco estiloso y con mis zapatos chinos de tri. Partimos.

El día de la carrera, temprano, miré el mar, lo saludé como me dijo Barbarita “agradece que te reciba”, sentí curiosidad y me tenté a sentir miedo en el calentamiento (me parecía raro que no apareciera solo) y que creen que paso?, me dio miedo! (no lo hagan en casa), pero como siempre, pude controlarlo. Dije, no, ya basta!, es el mar! Lo que más amaba tu persona favorita y que ahora te mira en palco (y más encima imaginaba que los tres papás, el de Ignacia y Bux, estaban mirando juntos). Me concentré, sabía que no estaba tan frio y en un momento me sentí atraída por ingresar al agua. Por otro lado, recordé las 3 semanas que había estado analizando y “nadando en seco”, y dije “actitud”, por lo que, salí al medio!, y dije “nunca más en un borde y nadando de más”.

Suena la largada, corro, si corro, mi yo decía “que haces Martínez!” y mi otro yo contestaba “actitud, siempre actitud”. Me colgué a unas patitas que a los 100mts se desordenaron, aun había una estela de los otros competidores que iban adelante, y dije “ahora o nunca” y me metí a las burbujas, ahí me quedé, cómoda, nadando largo y repitiendo durante esos 30 min de nado el mantra de mis amigas. Segundo giro, se sale a la playa, y vuelvo a entrar a lo elite, pura actitud. Segunda vuelta y sin ni un atisbo de miedo e incluso trague unos litros (dejen poner un poco de drama a la historia) de agua que hasta me pareció rica.

Salí y me di cuenta que estaba bastante adelante y ahí vino como una inspiración extraterrenal, una luz hipnótica, luz divina o como sea, complete la T1 con un cortaviento sin mangas que fue crucial. Inicio del ciclismo con zapatos puestos pues había una subida del demonio antes de la línea de montaje. Sentía como que corrí con los zapatos de Celia Cruz al revés.

Ciclismo ultra técnico, ultra estratégico, con muchas tonalidades cafés y el contraste del mar, paisajes muy diferentes a los que acostumbro a ver, pero realmente hermosos. Yo sentía que todo el newen estaba conmigo, disfrute cada ciclo de los pedales. En el primer giro comencé a contar a los competidores que iban girando delante mío, ocho, ni una mujer. Y dije “no puede ser”, habitualmente salgo siempre muy atrás en el agua y voy adelantando, esta vez fue distinto. Las mujeres nos íbamos gritando ánimo. Eran solo 40km de ciclismo que no quería que terminaran, de verdad que mi cerebro pedía los 90.

Llego a la T2, mi fotógrafo favorito grita “la hiciste!” y mi cerebro no entendía nada. Salgo a correr y siento que mi zapatilla izquierda tenia una tecnología parecida a las Newton, un taquito en la zona del metatarso anterior. Me empezó a molestar y mi cerebro no entendía que pasaba. Solamente repetía el mantra de mis amigas. Pero atiné y me detuve, me saque la zapatilla y no había nada!, pero al pisar con el calcetín me di cuenta que algún ser vivo o muerto estaba ahí, así que me saque el calcetín y pude hacer un pequeño castillo de arena. Acertada decisión, parar.

El trote era subida y bajada dos veces, era super estratégico también, gracias a los consejos del Coach Marcelo, mantuve el mismo registro de potencia, 200-210w, me permitió hacer las bajadas muy rápido para lo que estoy acostumbrada (nada del otro mundo pero bajo 5min/km). Me cruzo con las chicas y nos vamos gritando. Llego al ingreso a meta y escucho a Matías diciendo mi nombre en el parlante “va llegando primera mujer” (no sabía si seguir corriendo o aplaudir). Ahí estaba también mi compañero con la cámara a full para el registro final.

Rescato, el tremendo espíritu que se vivió en la carrera, la enorme buena onda de todos los nortinos que compitieron, las sonrisas y el “viniste del sur a ganarnos en casa” (que me hizo sentir importante). Tres horas de mantras para la Ignacia y Bux, quienes están mucho mejor y que sin ellas, probablemente no hubiera tenido tanta garra. Y finalmente, gratitud, por quien estuvo conmigo en todo el proceso, de soporte técnico y emocional, el Negro. A mi club! Que estuvieron pendientes y que me llevan a ser mejor, en el deporte y como persona. Al Coach que sin su dedicación, empuje, preocupación y paciencia hace sacar lo mejor de cada uno. A mi nutri, que me tiene fina y comiendo pan (no puedo no decir eso Andre!), a Pachamama, Avena Bosque, Zeya, Clinica Neostetic, con sus apoyos y Globalkine, que suelta los nudos insoltables. Pero por sobre todo, gratitud a mis amigas que me dan la posibilidad de dedicarles estos procesos, recibir la energía y transformarla.

Agradecida de existir y compartir.

Autor:

Ximena Martinez

Publicado en Reportes.

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